lunes, 23 de enero de 2012

Capítulo dos: “En un tiempo real”



*Lamentamos mucho el atraso de la actualización del blog. Se juntaron muchos proyectos e interminables problemas que apenas hemos logrado solucionar. Gracias ;)
 
   “-Uh, jajaja, salió buenísimo…
        -Bueno, pero sigamos, dale?
-Cómo que sigamos?
         -Sí, está buenísima!!
        -Haaay, ella y Serj…
        -Seguimos o no? ¬¬
        -Bueno, ok. Aporta vos, no?
-Huuy, jajaja una novela!!
-See,claro…”
Joan:
        Después de ese eterno momento, y me regocijo de decirlo, Daron me llevó otra vez fuera de los camarines, y me dijo que esperara a que termine el show. Apenas faltaban dos canciones.
         -No te vas a arrepentir.
         Sentía que volaba. Su vos, su presencia, eran la mejor droga.
         Mariposas en la panza? No, no era así. Era un amor heavy que no lograba quitar de mi cabeza.
         Era Daron, maldita sea, que me decía que espere allí, y no sabía por qué. Yo me cruzaba por la cabeza la idea de mi apariencia de groupie, y tenía miedo de que me quisiera solo por eso.
         Temía que fuera eso, no quería.
         Entonces apareció Lu, ufana, con las mismas órdenes de esperar.
         Me abrazó, y dijo que estaba tan feliz que expresarlo sería no hacerle la justicia a su felicidad, de tan indescriptible que se sentía.
         Ambas nos contamos todo, de una manera tan profunda, que ambas nos sorprendíamos de nuestra suerte. Sabíamos que de no ser por las dos, no lo habríamos logrado.
         -Entonces… Daron y Serj… adonde nos van a llevar?
         Se nos ocurrían mil hipótesis, aún nos costaba digerirlo todo…
         Entonces, por la milagrosa puerta, pasaron todos, una vez más, Serj, Daron, Shavo y John, estos dos últimos con dos groupies cada uno, colgadas de sus cuellos.
         Nuestros respectivos ídolos nos llevaron a la limo, con las groupies de Shavo y John incluidas.
         Ambas nos miramos con impotencia, con terror a que nos rebajaran a lo que parecíamos, y algo arrepentidas por ello.
         Daron me susurró al oído que no me preocupara, que estaba todo bien. Me acarició el rostro, distraído, y volvió a la charla con el resto de los chicos, inclusive Serj, que hacía de las suyas con mi amiga.
         Cuando se detuvo la limo, todos nos bajamos a un bar, donde festejaron el show de la manera más rockera que existía: emborracharse hasta el punto del coma alcohólico.
         Al menos no tanto… algunas veces las groupies solían meterlos en problemas.
         Por mi parte, seguí mi consejo espiritual: “nunca tomar más que los otros, ni tampoco mucho menos, o puede perderse el ritmo de la conversación”.
         Lu y Serj tomaron hasta ponerse felices y empezaron a besarse, como si nada importara.
         Daron tomó bastante, igual que el resto.
         Mi estado era deplorable… neh, mentira, tomé con Daron lo mismo, y terminamos en la Luna, poco después.
         Estuvimos cerca de las cuatro por las calles, sin ganas de que el malhumorado conductor de la limo se molestara en insultar a las groupies que se le colgaban encima. Un rato después de tomar un taxi, fuimos todos apretados hacia el hotel, donde Shavo y John desaparecieron al instante.
         Por su parte, Lu y Serj subieron poco después cuando se desocupó el ascensor.
         Daron me abrazó y me llevó a la terraza, antes que nada. Me susurraba cosas que yo sentía demasiado sentimentales para lo que parecía en esos momentos.
         -Te seguiría hasta el fin del mundo…
         -Lo sabía…-murmuró él.
         -Qué?- sonreí yo.
         -Nada… yo sabía que no podías ser una groupie.
         Sentí una presión en mi pecho, no podía tratarse de nada más que felicidad. Así que me sonrojé un poco. Sabía eso y me bastaba todo en el mundo mientras él me siguiera agarrando de esa forma tan dulce.
         Y me empezó a besar, algo torpe, a lo que yo respondí, sin ninguna línea límite, intentando dejar atrás todo un pasado, lleno de dolor. Intentando que todo quedase atrás con esa experiencia tan fantástica…
         Y era como algo que sabía que no podríamos cambiar.
         Daron se quedó abrazado conmigo hasta el amanecer, cuando fuimos a acostarnos, y poco después, descansamos de todo eso, por lo  que recuerdo… Daron no me soltó en toda aquella noche, abrazándome bien fuerte, de la cintura.
         Una noche, la noche que guardaría por siempre en mis recuerdos más profundos.
         Después de una vida, después de veintitrés años de descontrol.
         Y al amanecer, guardé definitivamente el recuerdo, como un sueño, que nunca dejó de ser una realidad.

Lu e.e:               
         Tenía miedo de que nos rebajen igual que las groupies. Aunque también deseaba a Serj en un sentido más sexual, no quería que su “romance” con él terminara así de simple, como una relación rockero-groupie.
         En el bar, sentí tomarme la vida. Nunca había tomado tanto, porque no me gustaba perder el control. Y Serj no la dejó pasar, estoy segura de que se dio cuenta, además de hacer lo mismo.
         Debería estar feliz, seguro pensaron todos, pero sí, estaba feliz, aunque no podía dejar de pensar en que Serj me tenía bajo su control total.
         Al menos me relajé. Empecé a besar a Serj, cuanto podía, me encantaba que fuera tan delicado. Inclusive, mi cariño desinteresado lo sorprendía, y yo, con orgullo, me ofrecía a seguir besándolo sin mezquinar un cariño que surgía de mí, como un deseo de estar allí, por siempre, siempre que él estuviera a mi lado.
         Serj me abrazaba fuerte, sentía una seguridad que nunca podría explicar del todo. Él, mi mundo, estaba en esos instantes allí, conmigo, y era muy poco inteligible que yo esté como una rosa. Simplemente deseaba aceptarlo de una vez, dejar de dudar.
         Y el alcohol me ayudo en eso. Aunque relajada, ya confiaba a pleno en una realidad que no tardaría en convertirse en mía y solo mía.
         Confiaba, y tenía en mente la idea, el jodido sentimiento de que no me soltaría jamás.
         Después de un rato largo, el cual pasábamos tan concentrados en lo nuestro que apenas nos dábamos cuenta del resto, que empezaba a mirarnos raro…
         No sé si fue Shavo, o Jhon, quién propuso ir al hotel, cerca de las cuatro de la mañana.
         Serj me agarró de la mano, y yo, encantada caminaba despacio, deseando que esos momentos fueran eternos.
         Eran eternos para él, su cabeza daba vueltas, por una muchacha que no conocía, pero de alguna manera, lo trastornaba, volviéndolo ansioso con su presencia.
         Ambos queríamos decírnoslo todo, pero no nos dejaba una vergüenza, ajena a la situación que nos envolvía a los dos.
         Seguimos caminando, y alcanzamos un taxi, donde entramos demasiado apretados. Y entonces sentí un susurro profundo, su voz, en mi oído.
         -Tengo que mostrarte algo…
         Mi ansiedad se acrecentó cuando lo miré, preguntándome que sería.
         Y  llegamos, al fin, cuando empecé a estremecerme involuntariamente.
         No podría definir si se trataba de excitación, o algo más, indefinido a causa de la presencia de él, que no lograba reaccionar de una manera lógica.
         Él igual. A ser sincera, en ese jodido momento, ninguno de los dos sabíamos como debíamos actuar.
         Se decidió, y me tomó de la cintura mientras caminamos  hasta el elevador, donde esperamos abrazados a que bajara vacío.
         Volteamos, y vimos a Joan y a Daron fuera, en un trance, casi tan fuerte como el nuestro, aunque era incomparable a las miradas que compartimos con Serj en cada segundo…
         Me alzó, y entramos besándonos a la habitación, donde él me acostó suavemente en la cama, mientras compartimos un momento eterno, y antes de una excitación sobresaltada, compartimos un amor que no podíamos creer que fuese real…
         -Lu…
         Él lo susurró.
         Esta vez quería que yo me sintiera especial, dijo.
         Y yo le respondí que me sentía especial de solo estar con él.
         Me desnudó, y me miró, un rato largo, me escrutó, admirando mi cuerpo…
         -La perfección…
      Dijo él.        
Estaba tan feliz que comencé a llorar, sin saber realmente por qué.
         Sus manos secaron mis lágrimas, pacientes, y empecé a besarlo, agradecida por todo, mientras no teníamos sexo, sino, bien dicho, hacíamos el amor, con un sentimiento tan fuerte, que no creí que esos momentos de total felicidad se pasaran de esa forma tan dulce por su cabeza.
         Al terminar, me abrazó y me habló de muchas cosas, de muchos pensamientos, de sus miedos, sus debilidades.
         Se mostró realmente ante mí, como si yo lo desnudara mentalmente como él a mí físicamente.
         Y sentí que el ídolo más grande de mi vida se había enamorado perdidamente de mí, tal y como lo había soñado siempre.
         Todo en la vida tenía sentido en esos momentos.
         Porque Serj era mi único universo.

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